La película Sound of Freedom, basada en la vida de Tim Ballard, ha dejado una huella imborrable en la industria cinematográfica, eclipsando incluso a producciones de renombre como Barbie y Oppenheimer. Su éxito y resonancia global son innegables, atribuibles en gran medida a la meticulosa labor de producción de Eduardo Verástegui.
En este artículo, exploraremos tres fascinantes aspectos de Sound of Freedom que rodean esta conmovedora obra que ha cautivado a audiencias en todo el mundo. Y que ha conseguido opacar los éxitos de Barbie y de Oppenheimer al mismo tiempo.
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1) Un viaje de obstáculos y determinación
Inicialmente, la distribución de la película estaba en manos de Fox, quien tenía planes ambiciosos que incluían un documental y otros proyectos afines. Sin embargo, la adquisición de Fox por parte de Disney cambió el rumbo de la película.
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Factores como la pandemia y la reticencia de gigantes de la industria, como Disney, Netflix y Amazon, a respaldar su distribución, postergaron su estreno hasta 2023. Finalmente, Angel Studios de Provo, Utah, asumió el valioso compromiso de llevarla al público, marcando así un hito en su trayectoria.
2) Desvelando una atroz realidad en Sound of Freedom
Sound of Freedom no solo aborda la espantosa lacra de la trata de niños, sino que también arroja luz sobre el desgarrador tráfico de órganos. Según Eduardo Verástegui, los niños víctimas de esta vileza son sometidos a abusos inenarrables para luego ser vendidos en el mercado negro en partes. La contundente afirmación de Tim Ballard en la película, "los niños de Dios no están a la venta", subraya la gravedad de esta desgarradora realidad que la obra expone con valentía.
3) Una elección que fue clave
En el inicio del proyecto, encontrar al actor adecuado para personificar a Tim Ballard, el agente de seguridad cuya vida inspiró la película, se convirtió en un auténtico desafío. Ningún actor estaba dispuesto a asumir semejante papel, incluso ante una oferta económica considerable.
Sin embargo, Eduardo Verástegui, productor de la película, decidió tomar medidas audaces. Se puso en contacto con Jim Caviezel, reconocido por su memorable interpretación de Jesucristo en "La Pasión de Cristo" de Mel Gibson. La respuesta inmediata de Caviezel marcó un punto de inflexión en la producción.