Récord de hectáreas arrasadas por los macroincendios forestales, embalses en niveles mínimos de agua, el verano más caluroso desde 1961: estas fueron las anomalías climáticas que sacudieron España durante 2022, con impactos medioambientales cada vez más frecuentes y difíciles de gestionar.
Mes a mes, el país encadenó fenómenos climáticos adversos en una escalada difícil de superar, una catástrofe que confirman las 306.000 hectáreas forestales carbonizadas este año por los fuegos, el peor de los últimos 15 años. Esto supone que un 0,58 % del territorio español resultó quedado, lo que cuadruplica la media de superficie del último decenio, según el Sistema Europeo de Incendios Forestales (EFFIS), del programa Copernicus.
Entre otros datos, este año España fue el país de la Unión Europea con más incendios de ese tipo, alrededor de 500, y el más perjudicado por las llamas, por delante de Rumanía y Portugal.
Un verano fatal
La vulnerabilidad climática y sus consecuencias quedaron patentes en la cuenca del mar Mediterráneo, y sobre todo en España, tras un verano "extremadamente cálido", el más caluroso desde que hay registros (desde 1961). Temperaturas muy altas, persistentes, generalizadas y adelantadas en casi todo el país, superiores a los 40 grados durante varias semanas consecutivas.
Ya mayo fue un mes más caluroso de lo habitual, con varias olas consecutivas a partir de junio. Especialmente calurosa fue la primera quincena de agosto, la más intensa desde que hay registros.
Las consecuencias no solo fueron medioambientales, también para la salud humana. El Instituto de Salud Carlos III calcula que, hasta septiembre, hubo 3.833 fallecimientos a causa de las altas temperaturas de julio y agosto, casi el triple que en 2021.
Las temperaturas altas también afectaron a los mares; las aguas superficiales del Mediterráneo alcanzaron el recórd absoluto superior a los 29 grados a mediados de agosto, lo que confirma que se calienta más rápido que el resto del planeta. A este ritmo, y a finales de este siglo, el Mediterráneo sufrirá un incremento considerable de temperatura, incluso en escenarios de mitigación de la crisis climática, lo que favorecerá un impacto negativo en los recursos hídricos y en la salud de las personas.
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Sequías extremas y catástrofes naturales
Este 2022 también será recordado en España por la falta de precipitaciones, como demuestran los registros del año hidrológico (octubre 2021-septiembre 2022). Es el tercero más seco desde 1961, con 478 litros acumulados por metro cuadrado de media, casi un 25 por ciento menos de lo normal.
La escasez de lluvias y el calor sofocante repercutieron en los niveles de los pantanos, donde la media de agua embalsada bajó al 35 por ciento en el verano, es decir, casi 9.000 hectómetros cúbicos por debajo de la media de los últimos 10 años, con mayor incidencia en los ríos del sur y del sureste del país.
Estas circunstancias también repercutieron en la reducción de las aguas subterráneas, además de provocar una merma considerable de las cosechas agrícolas. No obstante, el mes de diciembre está siendo especialmente lluvioso.
Con respecto a los riesgos naturales, este año se han constatado numerosos siniestros, a pesar de la sequía: danas (borrascas aisladas de lluvias torrenciales), inundaciones y pedriscos, entre otras, que han hecho estragos en gran parte de la península.
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