El Universo sigue siendo un tema tan apasionante y a la vez desconcertante para los científicos astrónomos, ya que cada nuevo hallazgo solo confirma que la humanidad sabe muy poco sobre el vasto cosmos. Recientemente, un grupo de investigadores ha obtenido nuevas pruebas sorprendentes de un gran evento de inmigración galáctica de estrellas hacia Andrómeda, la galaxia vecina más cerca de la Vía Láctea.
Al medir los movimientos de casi 7.500 estrellas en el halo interior de la Galaxia de Andrómeda, también conocida como Messier 31 (M31), el equipo liderado por NOIRLab descubrió patrones reveladores en las posiciones y movimientos de las estrellas que indican que estas estrellas comenzaron sus vidas como parte de otra galaxia que se fusionó con M31 hace unos 2.000 millones de años atrás.
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Si bien tales patrones han sido predichos por la teoría durante mucho tiempo, nunca se vieron con tanta claridad en ninguna galaxia. Los nuevos resultados se obtuvieron con el instrumento espectroscópico de energía oscura de DOE que se encuentra en el telescopio de 4 metros Nicholas U. Mayall, en el Observatorio Nacional Kitt Peak, Arizona.
"Nuestras nuevas observaciones del gran vecino galáctico más cercano de la Vía Láctea, la galaxia de Andrómeda, revelan evidencia de un evento de inmigración galáctica con exquisito detalle", señaló en un comunicado Arjun Dey, astrónomo de NOIRLab de NSF y autor principal del artículo de la investigación.
¿Qué implica este hallazgo?
Esta investigación arroja indicios no sólo sobre la historia de nuestros vecinos galácticos, sino también sobre la historia de nuestra propia galaxia. La mayoría de las estrellas en el halo de la Vía Láctea se formaron en otra galaxia y luego migraron a la nuestra en una fusión galáctica que ocurrió entre 8 y 10 mil millones de años atrás.
Estudiar los vestigios de una fusión de galaxias similar, pero más reciente en M31, les da a los astrónomos una ventana a uno de los principales eventos en el pasado de la Vía Láctea.
Para rastrear la historia de la migración en M31, el equipo recurrió a DESI (Instrumento Espectroscópico de Energía Oscura), un instrumento que se construyó para mapear decenas de millones de galaxias y cuásares en el Universo cercano con el objetivo de medir el efecto de la energía oscura en la expansión del Universo.
Se trata del espectrógrafo de sondeo multiobjeto más potente del mundo capaz de medir los espectros de más de 100.000 galaxias por noche. "Nunca antes habíamos visto esto tan claramente en los movimientos de las estrellas, ni habíamos visto algunas de las estructuras que resultan de esta fusión", dijo Sergey Koposov, astrofísico de la Universidad de Edimburgo y coautor del artículo.