La magnitud de esta tragedia humanitaria provocada por el derrumbe de la presa de Nova Kajovka no deja de aumentar a cada hora que pasa. Las autoridades de Ucrania y las de la zona ocupada por Rusia han revelado que el número de desplazados asciende ya a 5.900. En la orilla sur del Dniéper, anexionada por Moscú, las personas realojadas han superado ya las 4.000, mientras que en el territorio situado al norte del río, el que controla Kiev, los realojados ascienden a 1.894 y continúan las labores de salvamento.
El miedo ahora es la aparición de epidemias y enfermedades entre los afectados debido a que el agua ha cubierto cementerios, ha acabado con la vida de miles de animales y ha arrastrado sustancias tóxicas. Ucrania estima en unas 10.000 las hectáreas de terrenos agrícolas anegadas.
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Además, hay al menos 20.000 hogares y empresas de la ribera norte están sin luz y “cientos de miles” de afectados no tienen acceso a agua potable, según el presidente ucranio, Volodímir Zelenski. En total, 80 localidades en las que residen unas 42.000 personas corren riesgo de verse inundadas en ambas márgenes. La evacuación prosigue pese a los ataques rusos. El gobernador ucraniano de la parte de la región de Jersón fiel a Kiev, Oleksandr Prokudin, ha denunciado este miércoles que al menos una persona ha muerto a causa de los bombardeos.