Varios turistas han relatado a su llegada al aeropuerto de Barcelona el “miedo” y el “caos” vivido por el terremoto de Marruecos que les cogió por sorpresa la noche del pasado viernes cuando se encontraban en ese país, y que ha dejado hasta el momento más de 2.000 muertos.
Este domingo ha aterrizado uno de los vuelos programados para hoy procedentes de la turística ciudad de Marrakech, a unos 60 kilómetros del epicentro del terremoto en Marruecos, de 6,8 grados en la escala Richter.
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Xavier, uno de los turistas que se encontraba en Marruecos, ha relatado a su llegada a Barcelona que la noche del viernes se encontraba celebrando su cumpleaños con amigos en una aldea situada a unos 30 kilómetros del epicentro del terremoto, ya que habían contratado una excursión de 5 días a caballo por el Atlas.
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“Estábamos cenando cuando pareció como si pasara un metro al lado de la puerta. Empezaron a caer las paredes y salimos a la calle, donde pasamos la noche”, ha explicado este turista catalán.
Ha agregado que, ayer sábado, mientras bajaban a caballo el Atlas, vieron a “mucha gente tirada en la calle”, una “situación muy caótica” y “mucha miseria”, lo que le hizo sentir además de “miedo” una “gran impotencia” por no poder “ayudar a las personas”.
“Hemos pasado bastante miedo, ha sido una de las peores experiencias de mi vida”, es “algo que todavía hay que asimilar, porque no cabe en la cabeza”, ha subrayado.
Muchos nervios por el terremoto
Otro de los turistas recién llegados a Barcelona, Antonio, ha explicado que estaban en un riad cuando empezó el terremoto: “La casa se movía, empezaron a caer los cuchillos… salimos a la calle corriendo, la gente estaba llorando y gritando”, ha relatado.
Antonio ha explicado que él y sus amigos pasaron toda la noche del viernes después del terremoto en Marruecos en un campo de fútbol y que el sábado estuvieron deambulando por la ciudad por miedo a volver al alojamiento, que tenía dos fisuras: “Lo hemos vivido con mucho miedo, estoy muy nervioso, lo que más me apetece es ver a mi madre, darle un beso y decirle que la quiero”, ha añadido.
Al otro lado de la zona de llegadas, Francisco esperaba impaciente a su mujer, Cristina, y a su hija Lucía, de 16 años, quienes hacían una excursión a caballo durante ocho días por el Atlas cuando el terremoto les sorprendió a tan solo 20 kilómetros del epicentro.
“Estaban cenando cuando empezó a temblar todo muchísimo y acabaron durmiendo fuera. Ayer tuvieron que bajar del Atlas a caballo, entre seis y siete horas” de trayecto, para poder volar hoy a Barcelona”, explica Francisco, quien asegura que ha vivido esta situación con “nervios” debido a la falta de comunicaciones: “La noche del terremoto no pude hablar con ellas, porque no había cobertura. Ayer ya sí. Un padre vive algo así muy mal”, ha apostillado.