En Nersac, una pequeña localidad de la región de Poitou-Charentes en Francia, se ha destapado una historia que ha conmocionado a la comunidad y trascendido fronteras: un niño de tan solo 9 años vivió abandonado por su madre durante dos años, a pesar de que ella residía a solo cinco kilómetros de distancia.
El caso, que ha generado un profundo impacto, fue llevado recientemente ante el tribunal penal de Angulema, donde Alexandra, una mujer de 39 años y madre del menor, fue condenada a 18 meses de prisión.
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Así sobrevivió el niño todo este tiempo
Este desgarrador relato, revelado inicialmente por el periódico local Charente Libre, pinta una escena desoladora de la vida del niño. Solo y desamparado en un apartamento, se vio forzado a valerse por sí mismo, subsistiendo a base de latas de conserva frías, pasteles, y tomates que robaba del balcón de un vecino. Pero la situación se tornaba aún más grave durante los inviernos, ya que el menor carecía de calefacción y electricidad en su hogar. Para enfrentar el frío, tenía que recurrir al uso de varios edredones y soportar duchas con agua helada.
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Esta situación, que refleja un grave caso de negligencia y abandono infantil, ha causado una gran alarma y sensibilización en la sociedad, poniendo de relieve la importancia de la protección y bienestar de los menores.
La historia del niño de Nersac, que vivió en una soledad absoluta, presenta un contraste sorprendente con su vida escolar. A pesar de su asistencia regular y su desempeño como buen estudiante, nadie en la institución educativa pareció percatarse de la difícil situación que enfrentaba fuera de las aulas.
Este desconocimiento de su realidad por parte de la escuela se suma al silencio de los vecinos. Aunque algunos vecinos estaban al tanto de la situación del menor y le proporcionaban comida ocasionalmente, el caso no fue denunciado hasta dos años después, cuando uno de ellos decidió alertar a las autoridades, dando inicio a la investigación.
Los detalles revelados en la investigación arrojaron luz sobre las precarias condiciones de vida del niño, mientras que su madre vivía en Sireuil con su pareja. Ella lo visitaba esporádicamente para proporcionarle algo de comer, un hecho que el presidente del tribunal resaltó durante la audiencia.
Curiosamente, en la comunidad donde residía la madre, los vecinos afirmaron no haber visto nunca al menor. Esta desconexión entre la vida del niño y la percepción de la comunidad a su alrededor pone de manifiesto la falta de atención y cuidado hacia los menores en situaciones de riesgo.