La princesa Leonor tuvo el alago de que cuando su padre se convirtió en rey el 19 de junio de 2014, pasó automáticamente a ser Princesa de Asturias. Pero no solo adquirió este título que llevan los herederos al trono español, sino que heredó los títulos históricos de Princesa de Girona, Princesa de Viana, duquesa de Montblanc, condesa de Cervera y señora de Balaguer.
El principado de Viana es el menos conocido por parte de la hija del rey Felipe VI, pero no por ello el menos importante. Tal dignidad tiene una historia riquísima, además de vertebrar en su día la unión de los tres reinos medievales (Castilla, Aragón y Navarra) que terminarían por conformar la monarquía hispánica, más adelante España.
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Los otros tres títulos de la princesa Leonor llevan aparejados, además, sendos premios. Famosísimos por prestigiosos son los de Asturias, menos conocidos los de Princesa de Girona recientemente celebrados y, por último, los ligados a Navarra, los Premios Príncipe de Viana. Ha leído bien, príncipe y no princesa. Algo que no se entiende en los tiempos en los que estamos, pero que tienen una explicación política.
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A punto de cumplirse diez años de la proclamación del rey Felipe VI, Leonor todavía no se ha estrenado como Princesa de Viana, un hecho que preocupa a historiadores y también aquellos ciudadanos navarros que son proclives a la monarquía. La esperanza está puesta en que esos premios puedan volver a instaurarse y tengan en un futuro tanto prestigio como los de Asturias.
Como señalábamos, el título de la princesa Leonor de Viana, el más desconocido de los tres inherentes al título de heredero de la Corona de España, pero no por ello carece de menor importancia. De hecho, su existencia es absolutamente relevante dentro de la construcción de la España que hoy conocemos. Como los dos anteriores, quién lo lleva es el heredero del reino, en este caso, de Navarra. Es importante señalar aquí que esta costumbre no fue única en los reinos medievales europeos.